Reducir la vulnerabilidad cognitiva.
Como se ha mencionado en entradas anteriores:
Los pensamientos afectan a cómo nos sentimos
De esta manera, los tipos de pensamientos negativos que protagonizan la mayoría de las veces nuestro propio diálogo, son los desencadenantes de nuestro dolor emocional y sufrimiento.
Por poder ver un ejemplo de esto: si pienso “es que soy un despistado, y en consecuencia soy un idiota”, estos pensamientos van a hacer que me sienta aún peor de lo que ya me sentía y que me genere un malestar mucho mayor.
Puede darse incluso la profecía auto cumplida , de tal manera que acaba ocurriendo aquello que pienso .
De hecho, nos dirigimos a ellos como los pensamientos desencadenantes, los cuales son los que provocan y desencadenan dicho malestar.
Si les damos muchas vueltas a estos pensamientos, probablemente experimentemos emociones arrolladoras con mucha más frecuencia.
Sin embargo, también es normal que todos tengamos este tipo de pensamientos en algún momento.
Para ello, otra de las funciones de las habilidades de regulación emocional, es aprender lo que hay que hacer con estos pensamientos cuando aparecen y evitar así un sufrimiento mayor.
El primer paso sería identificar las diferentes emociones que sentimos, y a partir de ahí empezar a trabajar con las emociones positivas y con las negativas.
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PUBLICACIÓN ESCRITA POR: Natalia Caubilla Sánchez