En función del efecto que las sustancias provocan sobre el sistema nervioso central las drogas se pueden clasificar en tres grupos:
1.-depresoras,
2.- estimulantes y perturbadoras.
3.- Las sustancias perturbadoras, entre las que se incluye el LSD , pueden modificar de alguna manera la actividad psíquica y provocar alteraciones perceptivas. En concreto, el LSD tiene como síntomas agudos mareos, debilidad, naúseas y visión borrosa. Alteraciones perceptivas (alteraciones de las formas y colores, dificultad para enfocar objetos, hiperestesias, alucinaciones visuales), alteraciones en el estado de ánimo y despersonalización. Entre los efectos crónicos se encuentran cuadros psicóticos, depresión, ansiedad y alteraciones de la personalidad. Algunos consumidores pueden seguir teniendo algunos efectos durante meses o años, especialmente trastornos perceptivos en forma de flashbacks (volver a revivir posteriormente lo que se experimentó durante la intoxicación pero sin estar ahora presente el consumo de la sustancia), pudiendo llegar a ser recurrentes y mantenerse activos varios años. En el grupo de las sustancias consideradas depresoras y estimulantes no se ha descrito este fenómeno.
Según la clasificación de la OMS (1970), podemos categorizar las sustancias en:
Grupo a: su abuso constituye un peligro y efecto terapéutico escaso o nulo: alucinógenos.
Grupo b1: valor terapéutico escaso: anfetaminas.
Grupo b2: valor terapéutico medio alto: barbitúricos e hipnóticos.
Grupo c: valor terapéutico pequeño o grande pero su peligro para la salud pública es pequeño aunque no desdeñable.