El sueño

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Hoy presentamos el sueño, y las pesadillas desde la obra de Lacan y Malanie Klein.

Jacques Lacan (1901 – 1981), emplea los términos de  metáfora (una palabra sustituye a otra, apareciendo una nueva signficación, lo que equivale a una superposición de signficantes) y metonimia.

 El ser no sabido en el inconsciente se representa en el sueño. Estos términos, corresponderían a los conceptos de condensación y desplazamiento de Freud. 

Jacques Lacan, Seminario X: “La angustia” (1962-1963).

 La angustia, la fenomenología fundamental de la pesadilla, es experimentada como la angustia del goce del Otro, la compara con el mito, aquel ser que aparece con su goce, es también un ser que interroga.

La angustia no es sin objeto, la angustia es una señal de aquello que se presenta en lo real de todas las señales es la que no engaña.

En el sueño está la escena el deseo del sujeto, en las pesadillas, se impone el deseo del Otro. Es un goce extranjero que pesa sobre el soñante. La pesadilla es lo mas cercano a lo vivido.

El niño, presenta 2 exigencias. Las exigencias internas, y las exigencias externas: restringir la voluntad de goce. Percibe un Otro, que es fuente de deseos y de renuncia. Percibe un Otro singular, separado.

Melani Klein (1882 – 1960).

describe la posición del niño que no habla. El recién nacido, tiene limitadas sus relaciones a los objetos cercanos. El partener del niño es el partener del lenguaje.

Los primeros sueños están marcados por ambivalencias de amor – odio.

Según J. Lacan, en el Seminario 6: “el deseo y su interpretación”,  para el pequeño sujeto, incluso en el sueño de realización del deseo, hay un exceso que nada puede calmar, ni colmar. 

El sueño de Ana Freud, no es sólo una realización del deseo, los sueños de los niños son un deseo desbordando los limites. Van más allá del deseo de una satisfacción oral. Enmascara una falta inevitable de satisfacción, un imposible de satisfacer.

El deseo se expresa sin máscara.

Para el adulto el deseo está transformado, desde el principio está la falta, la castración en palabras de Freud.

El temor a la pérdida del objeto a la sensación de desvalimiento ante una realidad donde necesitamos la presencia de un otro que nos complete.

Para poder vivir después de un trauma, es necesario elaborar lo vivido para dormir plenamente, será necesaria la experiencia del duelo para aceptar la pérdida, para situarse en lo real de lo ocurrido,  para no caer en la melancolía.

Freud define la melancolía como una reacción luctuosa a la pérdida de un objeto amado que se sustrae a la conciencia.

El duelo es la reacción anímica dolorosa y desoladora de un sujeto cualquiera ante una pérdida grave, que bien puede tratarse de una persona u objeto real amado, o bien de un ideal.

Frente a esa pérdida, el sujeto, consternado y afligido, no puede más que apartarse de toda función no relacionada con el recuerdo del ser querido.

Al estar el Yo totalmente entregado al duelo, todas sus funciones y sus relaciones con aquello que no tenga que ver con lo desaparecido quedan inhibidas y restringidas.

La melancolía es el trágico desarreglo que se produce al abrazar lo que, por incorpóreo, no puede abrazarse.

El sujeto melancólico establece una conexión libidinal con algún objeto determinado, con el que se produce la ruptura de esa relación objetiva, y la carga de objeto queda abandonada.

Sin embargo, la líbido de tal carga, en lugar de desplazarse a otro objeto, como sucede en situaciones normales, se retrotrae al yo, provocando la identificación del yo con el objeto abandonado y transformando así la pérdida del objeto en pérdida del yo.

El sueño como forma de descanso y de elaboración

El sueño y el acto de soñar o tener pesadillas

Por medio de esta identificación, el conflicto entre el yo y el objeto abandonado se transforma en conflicto del yo con el yo.

El síntoma, no es para Freud un trastorno funcional del sistema nervioso, sino un efecto lingüístico.

Aquello que, por traumático, no puede decirse con palabras, no se puede nombrar entonces encuentra una forma de expresión alternativa en los síntomas.

El sueño, y como cualquier otra formación del inconsciente, el síntoma es otra forma de expresar aquello que no puede ser expresado en el discurso de la identidad.

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